El sorteo es una condición necesaria pero no suficiente para conformar grupos capaces de tomar las mejores decisiones posibles sobre políticas públicas. Idealmente, el grupo se tiene que crear y tiene que funcionar según los siguientes criterios:
- se conforma de manera aleatoria pero es una muestra descriptiva de la población en términos de género, edad y localización geográfica (a veces se suman más criterios: estudios, profesión, etc.);
- las personas ejercen su cargo durante un tiempo limitado (una sesión al mes durante 3 meses a 2 años; en algunos casos, se desarrolla durante varios días seguidos);
- auditan expertos/as de todas las opiniones respecto a los temas que se debaten (los expertos incluyen la sociedad civil organizada, los cargos políticos, técnicos, etc.) y cada participante puede pedir tener acceso a expertos/as de su elección; a veces se combinan los grupos presenciales con la posibilidad para cualquier de hacer propuesta on-line para que sean posteriormente examinadas por el grupo;
- se usan técnicas eficaces de deliberación (todos los encuentros son presenciales, deliberación en grupos reducidos, los expertos/as pasan de grupo en grupo para responder a las preguntas, etc.);
- se garantizan las condiciones óptimas de participación (pago de dietas, activar soluciones para personas que tienen que asumir tareas de cuidado, días y horarios, etc.).
Según los casos, las decisiones tomadas por el grupo sorteado se examinan en el pleno del gobierno correspondiente, quien aporta una respuesta formal a la recomendación del grupo (ejemplo de Toronto), y lo implementa eventualmente; o bien se someten a referendo, como en el caso de Oregón o de Irlanda.
Imagen arriba: MediaLab-Prado, Madrid, donde se están gestando desde 2016 varios proyectos relacionados con el sorteo desde Participalab.